Globalización vs. Mundialización
1.- Globalización.
La globalización es un fenómeno de
carácter internacional: su acción consiste principalmente en lograr una
penetración mundial de capitales (financieros, comerciales e industriales), ha
permitido que la economía mundial (mecanismos que la integran: el comercio, la
producción, y las finanzas) moderna abra espacios de integración activa que
intensifiquen la vida económica mundial y Surge como consecuencia de la
internacionalización cada vez más acentuada de los procesos económicos, los
conflictos sociales y los fenómenos político-culturales.
Ha sido definida como el proceso de
desnacionalización de los mercados, las leyes y la política en el sentido de
interrelacionar pueblos e individuos por el bien común. Aunque puede ser
discutible que ello lleve a este bien, puede definirse como la fase en que se
encuentra el capitalismo a nivel mundial, caracterizada por la eliminación de
las fronteras económicas que impiden la libre circulación de bienes servicios y
fundamentalmente de capitales.
También es un proceso histórico, el
resultado de la innovación humana y el progreso tecnológico. Se refiere a la
prolongación más allá de las fronteras nacionales, a la creciente
interdependencia entre los países, a la creciente integración de las economías
de todo el mundo ( esto en todos los niveles de la actividad económica humana),
especialmente a través del comercio y los flujos financieros, abarca además
aspectos culturales, políticos y ambientales más amplios.
Entonces se puede decir que la
globalización es un concepto que pretende describir la realidad inmediata como
una sociedad planetaria, más allá de fronteras, barreras arancelarias,
diferencias étnicas, credos religiosos, ideologías políticas y condiciones
socio-económicas o culturales, o sea un intento de hacer un mundo que no esté
fraccionado, sino generalizado, en el que la mayor parte de las cosas sean
iguales o signifiquen lo mismo.
1.1 Globalización. Origen, teorías y
Características.
El proceso de la globalización.
Desde el punto de vista económico, la
globalización es un proceso de integración de los mercados a escala mundial.
Para ello, ha sido indispensable la formación de bloques económicos orientados
bajo la lógica de libre comercio, con el fin de reproducir el capital. Este
proceso, ha implicado la creciente interconexión de los mercados de todo el
mundo. De ese modo, los eventos, crisis del sistema económico cada vez afectan
con mayor velocidad y fuerza a todos los países del mundo.
En el campo social, implica la reducción
de las distancias entre todos los países. Juega un papel primordial el
desarrollo de las comunicaciones, ejemplo de ello es el uso de Internet.
Ese proceso ha tomado mayor fuerza a
partir del fin de la guerra fría, hecho que permitió que el poder y las
relaciones económicas estén dominadas por los Estados Unidos, pero esta
hegemonía se enfrenta hoy a bloques como la Unión Europea, y
otros bloques en Asia, América Latina y África.
Características de la globalización.
1. Se trata de un proceso universal, pues
afecta a todos los países del planeta, independientemente de la posición que
ocupen dentro de la economía mundial y del orden político.
2. Al existir un proceso irreversible de
integración de los mercados, se parte de la existencia de países mejor
posicionados que otros, es decir que su naturaleza económica es excluyente,
porque aquellas naciones o regiones que no pueden ser competitivas, quedarán a
la saga del desarrollo,
3. al ser en mercado el elemento
primordial de la globalización, el Estado como unidad política y como espacio
en el cual se desarrolla el gobierno y la soberanía de los países, queda en
segundo plano,
4. al ser el mercado el mecanismo que rige
las relaciones entre los países y regiones, la capacidad de consumo determinará
su valor y no su condición humana. Por esa razón se dice que la globalización
es deshumanizante;
5. está cimentada por los Medios Masivos
de Comunicación, y su influencia es sobre los aspectos socio-culturales,
políticos y económicos de los involucrados (el mundo entero, en otras
palabras), porque permiten difundir ideas a cientos o miles de millones de
personas.
6. Los mercados, el capital, la
producción, la gestión, la fuerza de trabajo, la información, el conocimiento y
la tecnología se organizan en flujos que atraviesan las fronteras nacionales.
7. La competencia y las estrategias
económicas, tanto de grandes como de pequeñas y medianas empresas, tienden a
definirse y a decidirse en un espacio regional, mundial o global.
8. La globalización empuja a las empresas
y mercados a organizarse en redes estrechamente hilvanadas a escala planetaria.
9. La ciencia, el conocimiento, la
información, la cultura, la educación, etc. Tienden a escapar de los límites o
controles nacionales y ha asumir, al igual que los mercados, una lógica de red
transnacional y global.
Causas:
1. La importancia de las multinacionales.
Las empresas requieren el apoyo de sus Estados para el financiamiento de la
infraestructura científica y tecnológica, los incentivos fiscales, un acceso
privilegiado a los mercados públicos, y protección en las negociaciones
comerciales. Simultáneamente la misma legitimidad política del Estado depende
de su capacidad para atraer a los capitales financieros y las empresas
innovadoras y creadoras de empleo.
2. La revolución tecnológica en los
procesos productivos, la información, las telecomunicaciones y el transporte.
El "toyotismo" o sistema de producción flexible permite combinar las
ventajas de la producción artesanal (calidad de producto) con aquellas de la
producción de masa (velocidad y bajos costos unitarios). El modelo se basa más
en la organización (trabajo y producción) que en la capacidad técnica.
3. El predominio de la esfera financiera.
Un reducido número de operadores controla las transacciones sobre el conjunto
de mercados mundiales interconectados por un sistema que permite ejecutar
órdenes de compra y venta en tiempo real.
1.1.1.- Bases conceptuales de la
globalización
El concepto de «globalización» permitía
explicar a los analistas y políticos hechos tales como la eliminación de
puestos de trabajo en países desarrollados o la casi bancarrota de México en
1993, o Indonesia y Brasil en 1998. Una lectura de los «informes mundiales» de
organismos internacionales como el Banco Mundial, la FAO, la ONU, la OCDE o el FMI de aquellos
años, parecía demostrar que la globalización, lejos de ser una tendencia
ideológica o una estrategia del capital, era un hecho histórico y natural ante
el que sólo cabrá la adaptación. Hoy no escapa ya a nadie, este proceso es
mucho más complejo e influyente de lo que en sí mismo parecía cuando se inicio
el uso de dicho termino y que no basta con un análisis sobre sus consecuencias,
sino que es también preciso ofrecer un estudio en profundidad sobre la
construcción del mismo y sus significados.
Pero es precisamente a la hora de intentar
definir la globalización cuando nos encontramos con tantas definiciones como
disciplinas hay interesadas en su estudio, las cuales definen el objeto en
función de sus propios intereses. Así, en economía, la globalización señala la
creciente internacionalización de la economía y el aumento de las relaciones
capitalistas de mercado. Para las disciplinas cuyo objeto de estudio son las
relaciones internacionales, este concepto revela sobre todo el incremento de la
densidad de las relaciones interestatales y el desarrollo de políticas
globales. Para el derecho y las ciencias jurídicas, la globalización significa
la intensificación de reglas y normas que rigen la emergente sociedad mundial,
así como la transformación de éstas.
En sociología, se define la globalización
como el proceso por el que se da un aumento significativo de las relaciones
sociales a nivel global y por la emergencia de la llamada «sociedad mundial».
Otra visión de la globalización la ofrecen las disciplinas dedicadas al estudio
de los problemas culturales, que ponen de relieve su significado en cuanto a
proceso de estandarización de las pautas culturales. En historia, la
globalización ha transformado la disciplina en un intento por construir la
«historia global».
A la vista de todas estas definiciones no
cabría sino afirmar que no existe una única globalización, sino múltiples
globalizaciones. Que se trataría de un proceso en el que convergen diversos
factores: el cultural, el económico, el político, el social, el jurídico, etc.,
y del que se ocupan diferentes disciplinas.
Sin embargo, como señala Beck, la
globalización es seguramente «la palabra (a la vez eslogan y consigna) peor
empleada, menos definida, probablemente la menos comprendida, la más nebulosa y
políticamente la más eficaz de los últimos -y sin duda también de los próximos-
años». Definirla es pues en primer lugar intentar acotar su significado,
analizar aquellas cualidades que la definen per se, y respecto de otros conceptos.
Una de las formas en que podemos conseguir este objetivo es abrir una ventana
al debate en torno al concepto mismo de globalización, sobre el que hay una
intensa reflexión teórica y crítica que llega hasta hoy en día.
La globalización está siendo hoy estudiada
desde distintos autores, diferentes disciplinas y orientaciones teóricas, que
pretenden ofrecer su propia visión de la misma. Estos esfuerzos, concentrados
en los últimos diez años, no deben hacernos olvidar la larga tradición de
estudiosos que han dirigido su trabajo a comprender las tendencias
globalizadoras en sus diversos aspectos.
1.1.2:- El desarrollo histórico de la
globalización
La semántica de la globalización, es
decir, el estudio del significado de una palabra que en los años noventa ha entrado
a formar parte del lenguaje común prestándose a una multiplicidad de
interpretaciones, induce a definir la globalización como un concepto
polisémico. La expresión globalización otorga unidad lingüística a una
pluralidad de significados, esto es lo que constituye la riqueza interpretativa
y disciplinar también su intrínseca ambigüedad política. En una primera
aproximación, por globalización se entiende la liberalización del comercio y la
desregularización de los movimientos de capitales a escala mundial con el fin
de universalizar el modelo de crecimiento económico y de sociedad occidental.
Con la expresión pensamiento único, acuñada por Ignacio Ramonet, director de
"Le Monde Diplomatique", se entiende concretamente, como el proceso
de occidentalización del planeta, la reducción de las diversidades locales
(económicas, culturales, étnicas, ambientales) a la única racionalidad
tecno-científica de los países desarrollados con la generalización y la
implosión de la lógica de las empresas transnacionales y del capital
financiero.
Los organismos internacionales encargados
de imponer la racionalidad occidental son el Fondo Monetario Internacional (
FMI), el Banco mundial (BM) y l Organización Mundial del Comercio (4to). Las
crisis financieras de los años noventa, en particular la crisis mejicana
(1994-95) y la asiática (1997), han dado impulso a la organización de la
resistencia internacional contra los efectos desbastadores de la globalización
sobre las poblaciones de los países pobres y de reciente industrialización. El
intento fallido de la millennium round del Wto (Seattle, 2 de diciembre de
1999) gracias a las movilizaciones militantes de las más diversas
organizaciones no gubernativas (sindicatos, organizaciones de consumidores,
ecologistas, ATTAC), ha demostrado que la organización de una
"globalización desde la base" es posible sobre el propio terreno de
las tecnologías más sofisticadas (Internet) que han contribuido a acelerar los
procesos de "globalización desde arriba".
La victoria de Seattle (Stop Wto Round,
Paremos la "Ronda del milenio" de la OMC, Nada será como antes), también ha revelado
la insuficiencia política de los análisis de la globalización en la óptica del
"pensamiento único". Según sus teóricos, el significado de la
victoria de Seattle se resume en el retorno de la primacía de la representación
democrática sobre las lógicas mercantiles, financieras y tecnocráticas. La
salida política de la resistencia a la globalización consiste en la
constitución de grupos parlamentarios llamado a trabajar sobre problemas del
comercio, de los derechos de propiedad intelectual, de los bosques, de los
recursos hidraúlicos, de la enseñanza, de la sanidad, de la explotación
infantil. El objetivo político es construir una "verdadera democracia
internacional".
El análisis crítico que sostiene el éxito
político de la revuelta (parlamentarismo supranacional) contra una
globalización que privilegia la circulación de las mercancías y del capital: la
exportación de bienes, de servicios financieros y de capital es una ventaja
exclusiva para los países del centro; en consecuencia, la resistencia política
contra la globalización es interpretada como una primera victoria de los países
del Sur contra las organizaciones monopolísticas y las clases parasitarias del
Norte. El límite de este planteamiento, que pertenece a la totalidad de la
historia de las teorías del imperialismo, es el separar el estudio de las
perversiones del mercado global, del análisis de los procesos productivos que
están en el origen de estas mismas disfunciones de la circulación de las
mercancías y de los capitales. El eslogan anglosajón "Fix it or nix
it", "ajusta o elimina" es la regla de des-organización de
instituciones como el Wto, revela la combinación irresuelta de crítica reformista
y de iniciativa política que caracteriza el esquema de interpretación de la
globalización según los teóricos del imperialismo.
La globalización se inscribe en la
constitución del mercado mundial, definida por Marx como el máximo resultado
histórico del capital. La generalización de la explotación de la fuerza de
trabajo a escala planetaria como "presupuesto y resultado de la producción
capitalista" es el elemento de continuidad de la globalización en el
interior del desarrollo histórico del mercado mundial. En esta trayectoria
histórica, el crecimiento del comercio exterior y del dinero mundial contribuye
en la globalización del capital como relación social, una relación que se
articula con la división internacional del trabajo y con las relaciones
jerárquicas entre estados-nación.
La actual fase de la globalización está
marcada por un mercado mundial en plena recomposición sobre la base de la
intensificación de los flujos de comunicación, de la deslocalización y
concentración industrial, de la internacionalización de los mercados de bienes
y servicios (aldea global), de la financiación de los procesos de acumulación
(multiplicación de los mercados bursátiles), del desmantelamiento del estado
social y de la redefinición del peso específico de las potencias económicas. En
este proceso de globalización de las relaciones capitalistas de producción, la
división técnica del trabajo converge en el espacio más rápidamente que el
costo de reproducción de la fuerza de trabajo, de tal forma que los
diferenciales salariales son utilizados para la construcción reticular de las
empresas a escala transnacional como indicación de la "concentración sin
centro", para la descentralización flexible, controlada y coordinada de
las empresas de los países-centro.
La economía mundial nunca ha sido solamente
una economía internacional, es decir, una economía fuertemente orientada hacia
el exterior sino que las principales entidades son las economías nacionales. La
determinación de relaciones asimétricas, vehiculadas por el sistema monetario y
financiero internacional, entre Centro y Periferia, Norte y Sur, desarrollo y
subdesarrollo, representa de siempre, incluso en el periodo del gold estándar,
el elemento global para el crecimiento económico internacional. No es ni
siquiera imaginable, en contraposición al esquema de la economía puramente
inter-nacional, una economía completamente globalizada, un sistema mundo en el
que las economías nacionales aisladas son sometidas y rearticuladas por el
sistema de procesos y transacciones que se autonomizan completamente de los
enraizamientos sociales de las economías locales.
Con la globalización la determinación
local (metropolitana) y regional de los procesos de producción y de
distribución de la riqueza mantiene y además refuerza de manera conflictiva la
dimensión Inter-nacional en el interior de la economía global. La hibridación
entre dimensión inter-nacional y la vocación global del desarrollo económico
mundial explica el paradójico resultado del análisis evolucionista de
estudiosos como P. Hirst, G. Thompson [Hirst, P., Thompson, G., La
globalizaciones dell” economía, Editor reuniti, Roma 1997], según los cuales la
economía mundial era, comparativamente, más "global" en el periodo
entre el 1870 y el 1914 (mayor intensidad del movimiento de capitales para inversiones
directas en el exterior y mayores flujos migratorios) y aún más
"internacional" en el periodo entre el 1980 y los años noventa (mayor
concentración productiva y logística en los países de origen de las propias
empresas multinacionales).
El mérito de las interpretaciones
"continuistas" de la globalización, más que en la propuesta de
reforzar la gestión institucional y la regulación inter-nacional de la economía
mundial, consiste en demostrar a que impasse conducen los análisis de la globalización
que no ponen en el centro de atención las modificaciones de los modos de
producción y las transformaciones de la naturaleza del trabajo. Las
consecuencias de la globalización sobre la vida de las personas en los países
desarrollados, más que en los países pobres o en vías de desarrollo, las
especificaciones de los movimientos de capitales y del nuevo capital financiero
desde el punto de vista del ahorro obrero (renta de pensiones) y el
financiamiento de las economías domésticas, el análisis de las nuevas formas de
la violencia organizada en la edad global, son interpretaciones del fenómeno de
la globalización que tienden a individuar los elementos de discontinuidad en el
proceso histórico de creación del mercado mundial.
En el modelo de crecimiento postfordista
la esfera de la circulación de las mercancías está sometida directamente a los
procesos de producción y valorización del capital, es decir, que a la vez
define en términos de biopolítica las modalidades de control, de regulación y
de reproducción de la fuerza de trabajo a escala planetaria. La crisis de la
relativa autonomía de las regulaciones monetarias del ciclo económico, la
subordinación de las políticas de los bancos centrales, en primer lugar, de la Reserva federal a las
dinámicas de los mercados bursátiles y a la valorización de los fondos de
pensiones, son la otra cara de la subsunción directa de la circulación a la
producción de la riqueza social. Con la liberación de los fondos de pensiones y
del ahorro colectivo para los títulos de deuda del estado social y los títulos
de acciones y obligaciones de los mercados bursátiles se certifica el carácter
omnívoro de los procesos post-fondistas de producción de riqueza, la
"puesta a trabajar" de la propia vejez con la superación de la
separación keynesiana entre ahorro e inversión.
La naturaleza lingüística del trabajo
post-fondista y la virtualización de los procesos técnico-productivos
(digitalización de los sistemas productivos, aceleración de los flujos de
información y superposición de la dimensión producto y de la dimensión servicio
de las mercancías) modificando radicalmente el cuadro de procesos de producción
de riqueza a escala mundial. Bajo este perfil, la globalización es definible
como paso de las clásicas dinámicas del imperialismo a la lógica del Imperio.
La globalización como imperio es la organización mundial de la subsunción de la
circulación en la producción, la "puesta a trabajar" de la vida de la
fuerza de trabajo en la fábrica global. La cara oculta monetaria de la
subsunción real es la desinflación, el crecimiento no-inflacionista, la
producción de una excedencia estructural de riqueza social que las
tradicionales maniobras sobre tasas de interés para la regulación de los ciclos
económicos ya no logran vehicular sin agravar la inestabilidad del sistema
financiero global. Con la globalización del imperio las crisis financieras
están circunscritas, aunque eso no corta de ninguna manera la gravedad de sus
efectos sobre las poblaciones locales.
Las exportaciones de mercancías y
capitales que han caracterizado al imperialismo histórico, la globalización
añade la exportación del ahorro colectivo en búsqueda de rendimientos tales
como contrabalancear los efectos monetarios del crecimiento no-inflacionista
(no intermediación bancaria como resultado de la reducción progresiva de las
tasas de intereses). En este proceso, la inestabilidad financiera y monetaria
global está determinada por movimiento de capitales a corto plazo, movimientos
condicionados cada vez menos por la especulación "en sí", pero cada
vez más determinadas por tasas de envejecimiento y por los ciclos de vida de
las poblaciones de los países-centro. La presión demográfica de los países de
las periferias del imperio aumenta con el aumentar de la subsunción real.
El paso del imperialismo al imperio
problematiza el esquema jerárquico de la división internacional del trabajo y
las asimetrías entre Centro y Periferia porque con los flujos de valores a
escala mundial, con la distribución desigual de la riqueza, efectúa resistencia
el cuerpo de la fuerza de trabajo global, su multiplicidad. Para funcionar, el
imperio debe ejercitar un control sobre la reproducción de la fuerza de trabajo
que tiende a anular la diversidad identitaria (étnica, religiosa, cultural)
generando comunidades de la indistinción. La lógica financiera que caracteriza
la globalización imperial balcaniza el cuerpo de la fuerza de trabajo global en
el momento mismo en el que dicta las políticas económicas de los gobiernos de
los estados-nación.
La ejemplaridad de la "guerra
humanitaria" de los Balcanes consiste en haber puesto en evidencia la
contradicción entre las políticas financieras globales, las intervenciones del
FMI y de la comunidad financiera internacional que a partir de los primeros
años ochenta, han llevado a la progresiva disolución de la vertiente
institucional de la ex Yugoslavia, generando altas tasas de paro y pobreza, y
la explosión de la multiplicidad del cuerpo de la fuerza de trabajo de los
Balcanes con la forma de la guerra étnica. El carácter humanitario de la
intervención de la NATO
ha puesto en crisis la centralidad del cuerpo de la fuerza de trabajo, la
centralidad del tenerse cuidado del cuerpo en todas las dimensiones de la época
imperial de la globalización, el conflicto irresuelto entre la determinación
supranacional de los procesos de acumulación y la ontología del cuerpo
colectivo, su naturaleza irreductiblemente múltiple.
En el imperio de la globalización los
derechos humanitarios son similares a los elementos inmateriales, la componente
de servicio de los productos, con la diferencia que para los productos el
elemento inmaterial define relaciones de reciprocidad, mientras en el caso de
los derechos el elemento inmaterial los define como conceptos sin cuerpo, actos
lingüísticos que se realizan disolviendo los lazos de reciprocidad,
balcanizando la naturaleza colectiva del cuerpo humano. Después de Seattle,
solamente la república de las multitudes puede contraponerse a la
globalización.
1.1.2.1:- De 1492 a 1945: Del
mercantilismo al capitalismo actual:
La necesidad de un método válido y
confiable apareció como una exigencia fundamental para el quehacer científico.
Los espíritus más progresistas se dispusieron a buscar nuevos criterios
metodológicos. Los límites espaciales y cronológicos del mundo moderno
El prisma euro centrista desde el que se
concibe la edad moderna es la consecuencia de la valoración que el pensamiento
europeo-occidental ha hecho de unos procesos básicos y característicos de la
cristiandad occidental a lo largo de un dilatado periodo de tiempo. En este
sentido, la geografía de la modernidad estará delimitada por Europa,
concretamente Europa occidental, y por la magnitud de la expansión de su
civilización desde el inicio de los tiempos modernos.
Pero la conceptualización del mundo
moderno y sus límites espaciales y cronológicos son objeto de diferentes
aproximaciones desde la propia historiografía de Europa occidental. La
historiografía tradicional francesa, por su lado, considera que la edad moderna
transcurre entre los siglos XVI y XVIII, situando sus comienzos en torno a la
caída de Constantinopla en 1453, al descubrimiento de América en 1492 y al
fenómeno cultural del renacimiento, en tanto que emplaza su final en el
derrumbamiento de la vieja monarquía y el proceso revolucionario iniciado en
1789 (Revolución Francesa), con el que se iniciaba la contemporaneidad. En
cambio, en la historiografía anglosajona el término "moderno" hace
referencia a un periodo más prolongado y móvil. En consecuencia, la duración de
los tiempos modernos tradicionalmente se ha situado tras el renacimiento, hacia
el año 1600, y su final tiende a prolongarse en el tiempo hasta el siglo XX. La
delimitación de su ocaso puede variar según las diferentes historiografías, en
virtud del propio ritmo histórico de cada pueblo: por ejemplo, en 1848, en las
naciones de Europa central; o en 1917 para Rusia.
De cualquier modo, y aunque la
historiografía occidental ha tendido a situar la edad moderna entre los siglos
XVI y XVIII, la consideración de acontecimientos puntuales de singular relieve
en modo alguno son significativos sin la valoración de los procesos de cambio a
nivel estructural en el devenir de las sociedades. Así, los inicios de la edad
moderna difícilmente pueden ser comprensibles sin atender al despertar del
mundo urbano en Occidente desde el siglo XIII, al clima de intenso debate
religioso que preludia la
Reforma iniciada en el siglo XVI, a los primeros síntomas de
cambio en los comportamientos de la economía hacia formas precapitalistas o al
proceso de conformación de los primeros estados modernos desde finales del
siglo XV. Del mismo modo, el final de la edad moderna habrá de ser igualmente
flexible en virtud de los procesos constitutivos de la quiebra y desintegración
del Antiguo Régimen, cuya transición tendrá un ritmo y una duración variable
según las diferentes realidades históricas de cada pueblo, y que a grosso modo
podemos dilatar desde finales del siglo XVIII hasta el siglo XIX, y aún en
algunos casos hasta el propio siglo XX. En consecuencia, las transiciones hacia
la modernidad y hacia el fin de la misma diluyen sus límites tanto en el
Medievo como en la contemporaneidad.
La modernidad en su origen y en su esencia
es un fenómeno europeo, pero la emergencia, extraversión y expansión de Europa
le conferirán una dimensión mundial, a través de la presencia y la interacción
de los europeos con otras civilizaciones de ultramar.
Como fenómeno esencialmente europeo los
rasgos de la modernidad ilustran unas pautas de cambio profundo en la
configuración del universo social, no sin variaciones según los diferentes
pueblos de Europa. En el ámbito de las creencias, el hecho más elocuente del
inicio de la modernidad es la quiebra de la unidad cristiana en Europa central
y occidental, precedido del agitado caldo de cultivo de las herejías y las
contestaciones críticas a la
Iglesia romana en la baja edad media y que culmina en la Reforma protestante y el
inicio de un largo ciclo de las guerras de Religión desde principios del siglo
XVI. Asimismo, la secularización del saber, la consolidación de la ciencia y el
avance del librepensamiento, basados en el pilar de la razón, generarán
actitudes críticas hacia las religiones reveladas.
Estos cambios en la atmósfera cultural y
su manifestación en los avances tecnológicos revolucionarán los hábitos
materiales de las sociedades europeas y su visión y relación con el entorno a
escala planetaria. Los nuevos inventos, en la navegación y en el campo militar,
por citar dos ejemplos, facilitarán los descubrimientos geográficos y la
apertura de nuevas rutas de navegación hacia los mercados de Extremo Oriente y
hacia el Nuevo Mundo. En un plano más amplio, el nuevo marco cultural perfilado
en el renacimiento y el humanismo generarán un escenario en el desarrollo del
saber donde el hombre ocuparía un lugar central, cuya proyección alcanzaría su
más elocuente forma de expresión en el espíritu de la Ilustración en el
siglo XVIII y la configuración de Europa como paradigma de la modernidad.
Desde una perspectiva socioeconómica, la
lenta pero progresiva implantación de formas protocapitalistas, vinculadas al
desarrollo del mundo urbano desde los siglos XII y XIII, y el creciente peso de
la actividad mercantil y artesanal en unas sociedades todavía agrarias, irán
definiendo los rasgos de la sociedad capitalista. Aquellas transformaciones
económicas transcurrirán paralelas al proceso de expansión de la actividad
económica de los europeos en otros mercados mundiales, bien ejerciendo unas
relaciones de explotación sobre sus dependencias coloniales o bien en un plano
más igualitario, en primera instancia, en otras áreas del globo, como expresión
de la emergencia mundial de las potencias europeas. Asimismo, conviene observar
la traslación del eje de la actividad económica, y también geopolítica, desde
el Mediterráneo, que no obstante seguirá jugando un papel crucial en la
historia de los europeos en su relación con ultramar, hacia el Atlántico.
Las transformaciones económicas
transcurrieron. Parejas e indisociables a ciertos cambios en la estructura
social del Antiguo Régimen. Entre éstos, el protagonismo de nuevos grupos
sociales muy dinámicos en su comportamiento, tradicionalmente asimilados al
complejo concepto de burguesía, los cuales recurrirán a distintas estrategias
tanto de corte reformista como revolucionario para su promoción social y
política y la salvaguardia de sus intereses económicos. Movimientos que no
convienen simplificar y superponer a otros fenómenos sociales que atañen a
otros sectores de la población, tanto agraria como urbana, de carácter más
revolucionario, como se pueden observar en el siglo XVII en el marco de la
revolución inglesa; o las estrategias de los grupos tradicionales de poder para
frenar o .neutralizar esos movimientos mediante la cooptación de esa burguesía
emergente o mediante el recurso a prácticas represivas. De cualquier modo,
estas pautas de transformación social conducirían con mayor o menor celeridad y
con las peculiaridades propias de cada sociedad a la antesala del ciclo de
revoluciones burguesas que se iniciaría desde finales del siglo XVIII y que
supondría, en términos generales, el desmantelamiento del Antiguo Régimen.
Desde la perspectiva política, el fenómeno
más relevante es la configuración del Estado moderno, las primeras monarquías
nacionales, las cuales se irán abriendo paso a medida que se diluya la idea
medieval de imperio cristiano a lo largo de las luchas de religión del siglo
XVI. El nacimiento del Estado moderno concretará la expresión de nuevas formas
en la organización del poder, como la concentración del mismo en el monarca y
la concepción patrimonialista del Estado, la generación de una burocracia y el
crecimiento de los instrumentos de coacción, mediante el incremento del poder
militar, o la aparición y consolidación de la diplomacia, conjuntamente al
desarrollo de una teoría política. Fórmulas que culminarían en el Estado
absolutista del siglo XVII o en los despotismos ilustrados del siglo XVIII,
pero que no pueden ocultar la complejidad de la realidad política europea y el
desarrollo de modelos de gobierno alternativos, como las formas parlamentarias
que se fueron implantado desde el siglo XVII en Inglaterra, y que vaticinan en
la práctica y en sus teorizaciones el posterior desarrollo del liberalismo.
En su dimensión internacional, la emergencia
y la configuración de la Europa
moderna perfilarán una nueva visión y una inédita actitud hacia el mundo, y en
esa perspectiva la modernidad implica el inicio de los encuentros, y también
desencuentros, con otras civilizaciones a lo largo del globo.
Los descubrimientos geográficos y las
nuevas posibilidades habilitadas por las innovaciones técnicas transformarán
radicalmente la visión que del mundo tendrían los europeos. Un cambio de
actitud que conjuntamente con las transformaciones socioeconómicas, culturales
y políticas llevará a los europeos a expresar su extraversión hacia ultramar y
concretar en el plano internacional la emergencia de Europa. En ese proceso,
los europeos entrarán en contacto con otros mundos y con otras civilizaciones,
no siempre con un ánimo dialogante, sino con la pretensión de imponer sus
formas de civilización, o dicho de otro modo, con la intención de crear otras
Europa, siempre que encontraran las circunstancias adecuadas para hacerlo. Es
cierto que en el caso de América, el Nuevo Mundo se convirtió en el punto de
destino de las utopías del viejo continente, pero en el plano ge. Eral de la
política europea hacia estas áreas, como más adelante ocurriría con. La
expansión europea por otros continentes, se plantearía en términos de
desigualdad en favor de las metrópolis europeas.
Por último, la emergencia y la progresiva
hegemonía mundial europea acabaría influyendo en el desarrollo de las
relaciones internacionales, en la misma proporción que su expansión por el
globo, aún lejos a finales del siglo XVIII de lo que sería la culminación de
las prácticas imperialistas y de la hegemonía europea en vísperas de la I Guerra Mundial. La
crisis del universalismo imperial y pontificio (la Cristianas medieval)
entre los siglos XIV y XVI dejará paso a una nueva realidad internacional
europea definida por el protagonismo de los estados modernos, la pluralidad de
los estados soberanos, y la configuración del "sistema de estados
europeos", cuya acta de nacimiento bien puede datarse en la Paz de Westfalia de 1648. Los
estados, y concretamente las grandes monarquías europeas de los siglos XVII y
XVIII, serán el elemento predominante en las relaciones internacionales de la
edad moderna y al designio de éstos quedará relegadas la suerte de las posesiones
europeas de ultramar y las posibilidades de penetración en otros mercados
extraeuropeos.
1.1.2.2.- De 1945 a nuestros días: ¿De un
mundo bipolar al fin de la historia?
La gestión de un mundo bipolar Teherán,
Moscú, Yalta y Potsdam; en dicha conferencia a la que asistió Stalin, Roosevelt
y Churchill se decidió fijar el día del desembarco y que en Yugoslavia los
partisanos deberían recibir todo el apoyo para ser ayudados en las operaciones
de comandos. Al mismo tiempo se acuerda que el ejército ruso iniciase una
ofensiva hacia el este de Europa. En octubre de 1944 tuvo lugar la de Moscú a
la que Roosevelt no pudo asistir y en la que se decidió el reparto de Europa.
En febrero de 1945 tiene lugar la de Yalta que supuso un experimento de
gobierno mundial, el desprecio a las pequeñas potencias en la participación de
estas en la dirección de asuntos mundiales. El fin del dominio del planeta por
un solo país, el arranque de la lucha entre el dogma marxista y el capitalismo,
etc.
La elecciones polacas de iban a convertir
en el primer acontecimiento conflictivo de la guerra fría. Cuando molotov
anuncio que estas se celebrarían a la manera rusa el presidente norteamericano
se disgusto. Mas tarde este acuso a Stalin de quebrantar los acuerdos de Yalta.
Gran Bretaña quería ganar la guerra estratégica y políticamente. Para la
opinión pública Británica Yalta fue la mayor traición británico-norteamericana.
Entre el 17 de julio y 2 de agosto de 1945 se produce la conferencia de
potsdam, donde se confirma de facto las fronteras germano-polacas ideadas por
Stalin.
Se trató las reparaciones de guerra que
tanto interesaban a los soviéticos y se hablo de destruir económicamente a
Alemania.
Consecuencias de los tratados
internacionales; la repercusión de los tratados a nivel mundial. El gran éxito
político-geográfico de la URSS
de Stalin que sale de la guerra como primera potencia mundial junto a usa y
además amplia su territorio, nacimientos de estados comunistas en el este de
Europa, guerra fría desde 1945 hasta 1989. La guerra fría paso por tres etapas.
En este periodo se suceden la crisis de los misiles y la caída del muro de
Berlín, carrera armamentística den de aparecen los complejos industriales y
militares mas espectaculares ,cambio de mentalidad de la sociedades europea que
percibían un mudo antagónico y bipolar hasta 1989, perdida de la hegemonía
europea en el mundo que intentar volver a recuperar su protagonismo con los
primeros esbozos de la UE,
mantenimiento del pluripartidismo democrático en el occidente de Europa bajo el
aval que introduce el plan Marshall y la doctrina Truman para ayudar a los
países que configurasen modelos políticos pronorteamericano a cambio de ayudas,
mantenimiento del modelo comunista en la unión soviética y expansión del
socialismo real en el este de Europa, se busco frenar a los partidos comunistas
en el ámbito de occidente, el origen de la comunidad económica Europa,
nacimiento de la OTAN,
aparición del patrón dólar en los países capitalistas frente al patrón oro y la
bipolarización mundial reparto de esferas de influencia entre la URSS y Usa.
Guerra Fría La división ideológica y la
lucha por la hegemonía entre las superpotencias produjeron un clima de
confrontación general conocido como guerra fría. Dura desde 1947 hasta 1991.Es
un conflicto global entre dos bloques antagónicos liderados por EEUU y la URSS. Fue un estado
permanente de tensión internacional, pero no fue una confrontación directa la
reconstrucción política del mundo fue el resultado de los tratados firmados por
los aliados en Yalta y Postdam en 1945 se podría decir q hay empezó la guerra
fría. La desconfianza y el temor mutuo se imponía entre los antiguos aliados q
tenían intereses distintos.
Los primeros puntos de fricción fueron
Irán, Grecia y Turquía. Se consolido un mundo bipolar, el bloque occidental
controlado por EEUU y el oriental por la URSS, cuando se creo el plan Marshall que era una
ayuda económica que daba EEUU a Europa, a lo q la URSS respondió creando el
CAME. El bloque occidental creo una alianza militar la OTAN y el oriental respondió
a el con el Pacto de Varsovia. Los conflictos mas importantes fueron la guerra
de corea, la crisis de Berlín y la guerra de Vietnam. Entre 1962 y 1970 se dio
una etapa llamada coexistencia pacifica en la q las dos grandes potencias llegaron
a un acuerdo de respeto mutuo .Fue promovido por Kennedy y kruschev. Pero
dentro de los bloques también había tensiones. En el BS Yugoslavia opto por una
vía propia de organización social y económica. También las relaciones entre
china y la URSS
empezaron a deteriorarse y en el BO aparecieron movimientos sociopolíticos
opuestos al dominio d EEUU.
1.1.3.- Teorías de la Globalización
Además de la globalización, las otras
teorías que tienen un papel central en los estudios del desarrollo son:
a.- Modernización;
b.- De sistemas mundiales; y
c.- De la dependencia.
Desde una óptica más comparativa, la
teoría de la globalización coincide en ciertos aspectos con la teoría de la
modernización. Uno de esos aspectos es que ambos enfoques establecen que la "dirección
orientativa" del desarrollo son las condiciones propias de Europa
Occidental y de Estados Unidos. Se enfatiza el hecho de que los avances
tecnológicos y los patrones de acumulación que se establecen en esos polos de
desarrollo son los instrumentos para alcanzar mejores niveles de vida.
No obstante, la perspectiva de la
modernización difiere de la globalización en varios aspectos, incluyendo el que
se refiere a que la modernización sigue una exposición más normativa - el
desarrollo debiera ser un seguimiento de la "ruta" de los países más
desarrollados. Indica cómo el desarrollo debiera ser. La globalización por su
parte contiene un carácter más descriptivo e interpretativo con base en una
aproximación más "positiva" de los fenómenos que se hacen evidentes.
En cuanto a que la globalización enfatiza
que los aspectos económicos y culturales determinan los procesos sociales, esta
teoría ofrece rasgos similares a los de la "sociología comprehensiva"
de Máx. Weber. Desde esta óptica, el sistema de valores, creencias y los
patrones de identidades son aspectos claves para entender la dinámica social.
Ya sea que esos caracteres se refieran a los grupos dominantes o a grupos
subalternos dentro del contexto social. Para la globalización, los
planteamientos weberianos de los años veinte deben ser adaptados a las actuales
condiciones de principios del siglo XXI tomando en cuenta la difusión de ideas,
valores culturales y la influencia en general de los medios de comunicación en
las sociedades.
Las anteriores consideraciones dan base
para afirmar que la teoría de la globalización y la teoría de los sistemas
mundiales toman como unidad fundamental de análisis lo global, más que la
categoría de estado-nación, la cual es más utilizada en los estudios de
modernización y de dependencia. El sentido contrastante entre la globalización
y la teoría de los sistemas mundiales se refiere, no obstante, a que esta
última contiene adaptaciones de principios de materialismo dialéctico e
histórico, mientras que la globalización acentúa sus fundamentos más bien
estructurales y funcionalistas. De allí que los globalitas consideren formas de
transformación más tendientes a las secuencias graduales de sucesos, que a
saltos revolucionarios de intensa y rápida transformación. Para la globalización
el reto de las sociedades es adaptarse secuencialmente a las innovaciones que
plantean los nuevos escenarios con sus cambios en las esferas de comunicación y
la economía.
La teoría de la globalización, la de los
sistemas mundiales y hasta cierto punto la teoría de la dependencia toman en
cuenta los cambios que más acentuadamente han ocurrido en la esfera económica.
Por ejemplo: (a) en marzo de 1973, los gobiernos de las naciones más
desarrolladas principiaron a operar con tasas de intercambio flexibles en sus
mercados monetarios, lo que limitó la permanencia de políticas de tasas fijas
para el valor de las monedas; esta condición impactó con drasticidad en el
movimiento de inversiones, de capitales especulativos y de colocación de
recursos en bonos y en bolsas de valores; (b) especialmente desde 1976 las
transacciones comerciales han reforzado su carácter especulativo en los valores
a futuro, lo que se ha visto más favorecido con la implementación de
innovaciones tecnológicas en el campo de la informática, computadores y
comunicaciones en general; (c) la revolución de las computadoras personales de
los ochentas contribuyó a un más fluido movimiento de capitales, situación que
también contó con el apoyo del fax en esa década; (d) durante los noventas la
principal característica ha sido la promoción y acceso a los servicios de
Internet lo que ha dado un carácter de mayor rapidez y flexibilidad a las
intercomunicaciones. Es Internet quien ha creado mayormente en los últimos años
el escenario para una "economía virtual", afectando
significativamente con ello a las operaciones de mercados específicos.
En la actualidad, los principales aspectos
que se encuentran en estudio dentro de la corriente teórica de la globalización
se refieren a:
a) Nuevos conceptos, definiciones y
evidencias empíricas relacionadas con las variables culturales y como las
mismas afectan los cambios nacionales y regionales;
b) Procesos específicos en los cuales se
concretan los mecanismos de una "sociología comprehensiva" dentro de
las condiciones de la "aldea global";
c) Integración a diferentes niveles de
poder tanto dentro como entre naciones y en términos comparativos con las
diferentes modalidades de integración/marginación que ocurren a nivel mundial;
d) Formas dinámicas mediante las cuales
los nuevos patrones de comunicación están afectando a los grupos minoritarios
dentro de las sociedades;
e) Conceptos relacionados con la autonomía
relativa de los estados y la relación de los mismos con las sociedades civiles,
y dentro de ese contexto, la eficacia de la toma de decisiones nacionales
respecto al campo macroeconómico; y
f) Formas en que el regionalismo y el
multilateralismo están afectando los procesos de integración económica y
social.
1.1.3.1.- Análisis Neoliberal del fenómeno
de la globalización.
El mundo avanza aceleradamente en el
proceso de globalización. Constantemente, se escuchan discusiones sobre cómo el
mundo debe orientarse. Unos plantean que las naciones deben abrirse a una
economía de mercado, donde el intervencionismo del Estado debe reducirse al
mínimo, específicamente, a los aspectos de seguridad, administración de los
recursos fiscales, salud y educación, como los más importantes. Otros sostienen
que debe reforzarse el poder del Estado, promoviendo el intervencionismo
estatal en todas las facetas de la vida ciudadana, en otras palabras,
imponiendo mayores controles en la economía, entre múltiples aspectos que
conforman este cuadro ideológico.
Estos debates, discusiones y estudios
sobre tan importante tema se realizan en las academias, en los círculos o
agrupaciones protestatarias, así como en los centros de desarrollo financiero y
económico del mundo. Estos últimos no lo plantean como posiciones ideológicas
sino como parte de su estrategia de negocios en todo el mundo.
Pareciera que el enfrentamiento comentado
ha permitido que las sociedades estuvieran en conocimiento de lo que es la
globalización y de la manera de cómo las afecta. Sin embargo, esta postura
dista mucho de ser verdad, al menos, de lo que se observa en la mayoría de la
población de los países. Puede sostenerse que sobre la materia existe un
desconocimiento generalizado.
El tema no es fácil, aunque si cotidiano.
Implica demasiado porque aborda todas las facetas de la sociedad. No es sólo
que el mundo se abre o se cierra aún más. La globalización lo involucra todo,
es hasta un modo de existir. Se puede decir que es hasta un sacar de su cultura
y folklore al ser humano de su hábitat natural, es decir, sus costumbres, modos
de ser, gustos, incluso maneras de comer. En síntesis, esta forma de
organización mundial lo involucra todo.
Hay autores que poco profundizan en la
búsqueda de la esencia de la globalización. Apenas, plantean que es un fenómeno
mediante el cual las naciones se abren al mundo. Qué manera superficial de
tratarla. Ahora, hay un grupo de tratadistas que plantean lo contrario.
Empiezan por la dificultad de su definición, entre ellos se encuentra Sánchez
(2004) quien sostiene lo complejo del tema y sin embargo, cree que lo
determinan dos variables.
De acuerdo al citado autor, la primera
variable se refiere al carácter financiero que se ha venido desarrollando en el
mundo a partir de dos hechos: uno de los cuales es los avances tecnológicos y,
el otro, la apertura de los mercados de capitales. Bajo el amparo de estas dos
columnas, la globalización evoluciona de manera impresionante en la
transformación de todas las relaciones sociales donde participa el hombre.
Los avances tecnológicos han permitido que
los negocios se lleven a efectos en fracciones de segundos, con lo cual se
realizan operaciones financieras en cualquier parte del mundo. En este sentido,
hoy en la mañana se puede tener un gran capital en Alemania y, ya en la tarde,
haberlo transferido a China. Estos movimientos financieros, que solo se pueden
realizar por el desarrollo en el que se encuentran las telecomunicaciones, son
productos del manejo especulativo del dinero internacionalmente.
El Banco de Pagos Internacional, según
Sánchez (2004), estimó que el movimiento financiero en los diversos mercados de
divisas mueve alrededor de un billón novecientos mil millones de dólares ($ 1.9
billones) que, aunque no aclara si es diario, mensual o anual, representa
cuatro veces el producto interno bruto (PIB) de España, por ejemplo. Desde
luego, debe considerarse que esas entradas y salidas de capitales han causado
la ruina de muchos países y, por ello, se pueden así explicar las crisis
mexicana, rusa y del sudeste asiático, por citar solo algunos ejemplos. (Es de
acotar que el autor citado expresa que esta situación ha reivindicado la tasa
Tobin, la cual se refiere a la creación de un impuesto para gravar
impositivamente a los movimientos de capitales).
La otra variable que maneja Sánchez (2004)
es la globalización de las transacciones de bienes y servicios que se viene
realizando en el orbe terráqueo. Debe considerarse que los países pobres y
exportadores de materia prima son los que demandan una mayor apertura de las
fronteras, ya que los Estados Unidos de América y la Comunidad Europea
son los que ejecutan más el proteccionismo. Países como las repúblicas
bananeras de Centroamérica constantemente lo plantean. Por su parte, muchas
organizaciones no gubernamentales (ONG’s), que luchan contra la globalización,
plantean la necesidad de la apertura del comercio, pero no la de los capitales.
Todos estos cambios que se operan en el
mundo, desde las modificaciones en el mundo de los negocios hasta la manera de
vestir, justifica el interés que se pueda despertar para el conocimiento de la
globalización. En este sentido, también, se ha despertado una motivación
especial en el autor del presente trabajo.
Venezuela es una nación importante para
los objetivos estratégicos de Estados Unidos de América; no con ello se dice
que es de una importancia trascendental. La posición de proveedor seguro y
confiable de petróleo, unido a la cercanía geográfica con la primera potencia
mundial, hace que este país sea un blanco de la globalización. Es decir, es
imposible que no sea considerada dentro del ajedrez mundial.
1.1.3.2.- Análisis Marxista del fenómeno
de la globalización.
El modo de producción capitalista tiene
unas características exclusivas que le diferencian cualitativamente de otros
modos de producción anteriores, con algunos de los cuales mantiene en la
actualidad relaciones de superioridad integradora y dominante; estas
características, que son su contenido y esencia genético-estructural, a la
fuerza e inevitablemente se expresan con formas y fenómenos exteriores pero
dialécticamente unidos a los contenidos y a la esencia interior. A lo largo de
la historia del modo de producción capitalista, cuyo parto data Marx en el
siglo XVII, aunque se pueden rastrear las primeras contradicciones prenatales
ya en los siglos XII-XIII, el capitalismo ha evolucionado en su forma y en su
fenomenología, o si se quiere en su expresión histórico-genética, mientras que
ha mantenido esencialmente iguales sus características cualitativas, su
naturaleza genético-estructural.
El conocimiento básico de las categorías
dialécticas de contenido y forma, y esencia y fenómeno, además de otras como
ley, etc., este conocimiento es imprescindible para entender la evolución del
capitalismo. Pongamos un ejemplo, mientras que la demagogia propagandística
burguesa, en cualquiera de sus modas intelectuales y opciones políticas,
insiste en la absoluta novedad y originalidad histórica de la globalización,
diferenciándola cualitativamente de un "capitalismo" nunca definido
con rigor teórico, desde nuestra parte se pregunta sobre cómo es posible entender
que si a comienzos del siglo XX el 37% de la humanidad malvivía en la pobreza,
a comienzos del siglo XXI esa masa de miseria, sufrimiento e hiperesplotación
se haya agigantado hasta el 83%, y todos los estudios actuales mínimamente
objetivos muestran su ciega e imparable tendencia al alza. Los intelectuales
burgueses sólo pueden responder a esta tendencia alcistas innegable aduciendo
que no tiene nada que ver con la globalización, es más, que sólo ésta puede
detener primero y luego revertir ese aumento. Desde el marxismo que aquí
asumimos, lo que ocurre es que el desarrollo capitalista está confirmando las
terribles "profecías" realizadas por la mayoría de las corrientes
socialistas del siglo XIX y muy especialmente las de Marx y Engels. Y ocurre
que, desde este método de transformación de la realidad, la globalización es la
forma actual de ese capitalismo.
El debate crucial gira sobre si existe o
no un corte cualitativo entre la definición burguesa de globalización y el
capitalismo. En este debate el uso de las categorías filosóficas añade otro
factor de irreconsiabilidad entre el método transformador marxista y la
ideología burguesa. Naturalmente, por método marxista nosotros entendemos el
uso permanente de la dialéctica materialista realizado por los clásicos del
marxismo, y muy especialmente su uso en la crítica de la economía política, que
es lo que hicieron Marx y Engels. Semejante uso de la filosofía, la dialéctica
hegeliana depurada de su idealismo y puesta sobre sus pies materialistas, ha
sido desde entonces objeto de iracundos ataques no sólo de la intelectualidad
burguesa sino también reformista e incluso "socialista" y
"marxista". Pero la dialéctica es imprescindible para entender y
aplicar el método marxista. No es en modo alguno casual que Lenin advirtiera en
su brillante e imprescindible Cuadernos filosóficos que: "es imposible
comprender plenamente El Capital de Marx, y especialmente su primer capítulo,
si no se ha estudiado y comprendido la entera Lógica de Hegel". Esta
advertencia de Lenin también fue repetida casi literalmente por otros muchos
marxistas entre los que destacamos a Lukács, y de otras muchas formas por una
larga lista que no podemos exponer aquí.
La advertencia de Lenin y de otros
marxistas clásicos fue realizada cuando todavía eran desconocidas obras
fundamentales de Marx como, sobre todo para el caso que tratamos, los
Grundrisse, obra básica que permite ahorrarnos muchos esfuerzos ya que en ella
Marx nos enseña cómo ha aplicado genialmente la Lógica de Hegel al meollo
de su crítica como es la mercancía, el tránsito del valor de uso al valor de
cambio, la fetichización que ello origina y sus efectos, etc. La importancia de
este primer capítulo es obvia y el propio Marx fue muy consciente de que al
empezar con unas páginas tan densas y exigentes podía desanimar a muchos
lectores de seguir con el estudio de su obra, pero daba tanta importancia al
problema de la mercancía que se negó a hacer concesiones teóricas. La razón la
iremos viendo conforme avancemos en la crítica del capitalismo en su fase
actual, la globalizada. No podemos extendernos ahora en los problemas que ha
causado la exigencia marxista de especial esfuerzo intelectual en el primer
capítulo, para desentrañar la lógica dialéctica que lo estructura y que permite
comprender la ley del valor-trabajo, aunque simplemente diremos que incluso
intelectuales que se autoproclaman "marxistas" han propuesto posponer
el estudio de este primer capítulo y empezar por el segundo, por el del proceso
de cambio, o por otros.
1.1.3.3. Otras Teorías
Vale la pena examinar algunas breves
"definiciones" de globalización presentes en estudios de científicos
sociales. Hay entre ellas congruencias y disparidades, pero cabe registrar la
unanimidad con que se reconoce la problemática, Éste es un tema importante para
el historiador: Pocas afirmaciones provocan controversias tan pequeñas como la
de que los seres humanos están hoy en contacto unos con otros en todo el mundo,
como nunca en la historia. La lista de ejemplos se volvió una letanía: la
comunicación instantánea de la información, la cultura universal de estilos y
experiencias, el alcance mundial de mercados y mercaderías, los productos
compuestos de partes provenientes de diferentes continentes. Y la referencia a
la aldea global es ya un cliché que pocos impugnan.
También el antropólogo se interna en el
tema: La idea de que el mundo puede ser visto como un pequeño enjambre ligado
por la fuerza abarcadora de los más media y del capitalismo internacional es el
telón de fondo que sirve de base, en la actualidad, al empeño de muchos
intelectuales, a la actividad comercial y a las directrices de gobiernos. Una
de las cosas que la tecnología revoluciona realmente es la escala, o las
escalas, en que se desarrollan las relaciones sociales.
El sociólogo se plantea el mismo desafío:
"La globalización se refiere a aquellos procesos mediante los cuales los
pueblos del mundo son incorporados en una sociedad mundial, una sociedad
global".
El científico político también participa
del debate: La globalización se refiere a la multiplicidad de relaciones e
interconexiones entre estados y sociedades, que configuran el moderno sistema
mundial. Focaliza el proceso mediante el cual acontecimientos, decisiones y
actividades que ocurren en una parte del mundo pueden tener consecuencias
significativas para individuos y colectividades en lugares distantes del globo.
En este "congreso" de
científicos sociales está presente incluso el economista: La economía global es
el sistema generado por la globalización de la producción y de las finanzas. La
producción global se beneficia de las divisiones territoriales de la economía
internacional, jugando con las diferentes jurisdicciones territoriales, para
reducir costos, economizar impuestos, evitar reglamentos antipolución y
controles sobre el trabajo, así como para obtener garantías de políticas de
estabilidad y de favores. La globalización financiera construyó una red
electrónica conectada 24 horas por día, sin controles. Las decisiones
financieras mundiales no están centralizadas en los estados, sino en las
ciudades globales Nueva York, Tokio, Londres, París, Frankfurt, y se extienden
por medio de computadoras hacia el resto del mundo.
Nótese que las "definiciones" de
globalización no siempre se distinguen por la originalidad. Algunas son un
tanto vagas, mientras que otras se proponen precisar aspectos o ángulos. Pero
la mayoría reconoce la novedad de esa problemática, que desafía la
investigación y la teoría en las ciencias sociales. Es notable la cantidad y la
calidad de los estudios sobre la globalización, o sobre sus diferentes
aspectos, que pueden ser clasificados de metateóricos. Unos son monográficos y
otros ensayísticos, así como algunos son principalmente descriptivos y otros
interpretativos. Además, se destacan los que son críticos, en el sentido de que
se concentran en los nexos y los movimientos de la realidad, buscando develar
su constitución y su dinámica, junto a sus impasses y sus contradicciones. Pero
también se multiplican los que se dedican a fundamentar y explicitar pronósticos,
directrices u objetivos convenientes para los gobiernos, corporaciones,
organizaciones multilaterales, movimientos sociales.
En relación con la orientación teórica,
hay que reconocer que existen estudios elaborados en términos evolucionistas,
funcionalistas, marxistas, weberianos, estructuralistas y sistémicos, entre
otras orientaciones. No siempre son "ortodoxos" respecto de una u
otra orientación, ya que hay diversos eclecticismos, a veces creativos y otros
empobrecidos.
Sí, la globalización crea varios enigmas
para las ciencias sociales. Vale la pena examinar algunos, aunque sea
brevemente. Primero, la realidad social, o el "objeto" de las
ciencias sociales se revelan diferentes, nuevos y sorprendentes. Se revela
simultáneamente mundial, nacional, regional y local, sin olvidar lo tribal.
Mucho de lo que es particular se revela también general. El individuo y la
colectividad se constituyen en la trama de las formas de sociabilidad y en el
juego de las fuerzas sociales en desarrollo en el ámbito global. Mucho de lo
que puede ser identidad y alteridad, nación y nacionalidad, occidental y
oriental, cristiano e islámico, africano e indígena o soberanía y hegemonía, se
revela constitutivo de las formas de sociabilidad y del juego de fuerzas
sociales que se desarrollan en un ámbito simultáneamente global, regional,
nacional, tribal o local.
En este sentido la globalización, la
globalidad o el globalismo se constituye como un objeto diferente, nuevo o
sorprendente de las ciencias sociales. Allí se desarrollan relaciones, procesos
y estructuras que delimitan las configuraciones y los movimientos de la
sociedad global. Una sociedad en la que se insertan dinámica y decisivamente
los individuos y las colectividades, los grupos sociales y las clases sociales,
los géneros y las razas, los partidos y los sindicatos, los movimientos
sociales y las corrientes de opinión pública; una sociedad en la que tanto se
multiplican como se disuelven los espacios y los tiempos. Segundo, "el
acervo teórico de las ciencias sociales" se revela problemático,
insatisfactorio, carente de significado, exigiendo una reelaboración, o incluso
dependiente de nuevos conceptos, categorías o leyes. Son muchos los recursos
teóricos acumulados por las diversas teorías de la realidad social que se muestran
problemáticos, inadecuados o faltos de complementación.
Sucede que, en su mayoría, los conceptos,
las categorías y las leyes están construidos con referencia a la "sociedad
nacional". Esa realidad fue vista mediante nociones científicas más o menos
sedimentadas como: sociedad civil y estado, estado-nación y soberanía y
hegemonía, pueblo y ciudadano, grupo social y clase social, clase social y
lucha de clases, partido político y sindicato, individuo y sociedad, naturaleza
y sociedad, identidad y alteridad, cooperación y división del trabajo, orden y
progreso, democracia y dictadura, nacionalismo e imperialismo, tribalismo y
nacionalismo, cultura y tradición, mercado y planificación, reforma y
revolución, revolución y contrarrevolución, revolución nacional y revolución
social, relaciones internacionales y geopolítica, geopolítica y guerra,
capitalismo y socialismo.
En general, son nociones construidas,
aceptadas, debatidas y más o menos sedimentadas, que tienen como referencia
principal a la sociedad nacional. Aun cuando algunas de las nociones extrapolen
esa realidad, como ocurre con varias, es innegable que todas tienen como
parámetro la sociedad nacional. Por eso es necesario reflexionar sobre la
"sociedad mundial", con toda su originalidad y complejidad, con el
propósito de interpretar sus configuraciones y sus movimientos.
De allí la importancia de nociones,
metáforas o conceptos como mundialización, planetarización, globalización,
mundo sin fronteras, aldea global, fábrica global, shopping center global,
ciudad global, división transnacional del trabajo y de la producción,
estructuras mundiales de poder, desterritorialización, cultura global, mas
media globales, sociedad civil mundial, ciudadano del mundo, mercados
mundiales, infovía, internet, metahistoria, metateoría. Tercero, son numerosos
los estudios de "orientación multidisciplinaria". En lugar de adoptar
una perspectiva estricta, ya sea sociológica, económica, política,
antropológica u otra, se basan en las sugerencias y las conquistas propiciadas
por diversas ciencias sociales.
La originalidad y la complejidad de la
globalización, en conjunto y en sus distintos aspectos, desafían al científico
social a movilizar sugerencias y conquistas de diversas ciencias. Sucede que la
globalización puede ser vista como un vasto proceso no sólo político-económico,
sino también sociocultural, que comprende problemas demográficos, ecológicos,
de género, religiosos, lingüísticos y otros. Aun cuando la investigación
privilegie determinado ángulo de análisis, se ve continuamente desafiada a
tomar en cuenta otros aspectos de la realidad, sin los cuales el análisis
económico, político, sociológico, ecológico u otro da lugar a abstracciones
carentes de realidad, consistencia o verosimilitud. Cuarto, son muchos los estudios
que se apoyan necesariamente en el "método comparativo".
Más que nunca, frente a la problemática de
la globalización, el científico social es conducido a realizar comparaciones
más o menos complejas, que intenta hacer con rigor. En la medida en que la
globalización abre un vasto y complejo escenario a la observación, la
investigación y el análisis, el científico social se ve conducido a relevar
ángulos y tendencias, condiciones y posibilidades, coincidencias y
discontinuidades, diversidades y desigualdades, impasses y rupturas,
desarrollos y retrocesos, progresos y decadencias.
Son muchos los procesos y las estructuras
presentes, activos, visibles o subyacentes en el vasto y complicado escenario
constituido a partir de la globalización del capitalismo, como modo de
producción y proceso civilizatorio. De allí la importancia del método
comparativo como una forma experimental, una especie de experimento mental,
ideal o imaginario. Quinto, una vez más se reabre la controversia
"presente y pasado", y viceversa. Cuando se da la globalización, no
sólo se crean nuevos desafíos y nuevas perspectivas para la interpretación del
presente, sino que también se ponen de manifiesto otras posibilidades de
interpretación del pasado. A partir de los horizontes de la globalización, el
pasado se puede revelar aún poco conocido, enigmático o incluso carente de
nuevas interpretaciones. Es como si una nueva luz iluminase con otros colores
lo que parecía diseñado, o como si develase trazos, movimientos, sonidos y
colores que no se habían percibido, cuando la base podía ser el nacionalismo,
el colonialismo, el imperialismo, el internacionalismo o alguna otra.
Desde las nuevas perspectivas, hay muchas
realidades e interpretaciones que pueden ser repensadas. Es posible revaluar el
alcance y el significado de la acumulación originaria, del mercantilismo, del
colonialismo y del imperialismo, así como del nacionalismo y del tribalismo.
También se torna posible repensar otras realidades antiguas y recientes:
islamismo y cristianismo, Oriente y Occidente, occidentalización del mundo,
africanismo, indigenismo, transculturación.
Sexto, por último, aquí se plantea
nuevamente el dilema del "sujeto del conocimiento". Es necesario
rever las posiciones habitualmente adoptadas en el análisis de la problemática
nacional. Posiciones que parecen establecidas, cómodas o estratégicas, deben
ser revistas o radicalmente modificadas. En relación con la problemática
global, el sujeto del conocimiento se ve desafiado a desplazar sus miradas por
muchos lugares y por diferentes perspectivas, como si estuviese viajando por el
mapa del mundo. Las exigencias de la reflexión implican la adopción de una
"mirada desterritorializada", capaz de moverse del individuo a la
colectividad, caminando por pueblos y naciones, tribus y nacionalidades, grupos
sociales y clases sociales, culturas y civilizaciones. Una mirada
desterritorializada que se mueve a través de territorios y fronteras,
atravesando continentes, islas y archipiélagos.
Son varios los enigmas que enfrentan las
ciencias sociales al tratar de capturar los movimientos y las configuraciones
de la sociedad mundial. Si es verdad que las ciencias sociales nacen con la
nación, quizá se pueda afirmar que ellas renacen con la globalización.
Tomados en conjunto, los estudios sobre la
globalización pueden ser clasificados como "sistémicos" y como
"históricos". Sus lenguajes pueden ser muy variados e implicar
nociones que parecen dispares: transnacionalización, mundialización,
planetarización, globalización o globalismo; así como nuevo orden económico
mundial, mundo sin fronteras, aldea global, tierra-patria, capitalismo mundial,
política global, historia global, cultura global, modernidad-mundo,
occidentalización del mundo y otras. Es posible distinguir incluso los estudios
de acuerdo con las orientaciones teóricas: evolucionista, funcionalista,
marxista, weberiano, estructuralista, sistémico, etc. A pesar de estas y de
otras diferencias o de las convergencias, generalmente significativas, es
necesario reconocer que los estudios sobre globalización tienden a ser
predominantemente "sistémicos" o "históricos".
En general, los estudios sistémicos
privilegian las relaciones internacionales, la interdependencia de las
naciones, la integración regional, la geoeconomía y la geopolítica. Allí
predomina el interés por las zonas de influencia, los bloques de naciones, los
espacios geográficos, las hegemonías, las articulaciones de los mercados, la
división transnacional del trabajo y de la producción, la fábrica global, el
shopping center global, las redes de internet, el fin de la geografía y el fin
de la historia; entre otras articulaciones, tramas, redes, interdependencias o
trazados del mapa del mundo. Buena parte de las relaciones, los procesos y las
estructuras que constituyen la trama de los diversos niveles y segmentos de la
globalización, son descritos e interpretados en términos sistémicos.
Son principalmente sistémicos los
informes, diagnósticos y pronósticos que utilizan las corporaciones
transnacionales, los órganos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), los
técnicos del Fondo Monetario Internacional (FMI), del Banco Mundial (BIRF,
Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento), de la Organización Mundial
del Comercio (OMC) y otras organizaciones públicas y privadas, nacionales,
regionales y transnacionales. Los informes del Club de Roma revelan también el
predominio de esa perspectiva de análisis.
Los estudios históricos privilegian tanto
la integración como la fragmentación, la diversidad y la desigualdad, la identidad
y la alteridad, la ruptura y el impasse, el ciclo y la crisis, la guerra y la
revolución. El análisis de las relaciones, procesos y estructuras que articulan
y desarrollan la transnacionalización, o la globalización, comprenden siempre
la dominación política y la apropiación económica, tanto como la formación, la
consolidación y la crisis de las soberanías. En el ámbito de las
configuraciones y de los movimientos de la sociedad global, tanto se abren
nuevas perspectivas como se crean impasses insospechados, sobre las condiciones
y las posibilidades de la construcción de la hegemonía, ya sea de la nación, de
la clase social o del bloque de poder.
En un mundo en el que las corporaciones
transnacionales y las organizaciones multilaterales se despegan de los
territorios y de las fronteras, y navegan a través y sobre el mapa del mundo,
se crean desafíos insospechados para la construcción, el desarrollo o la
realización de la soberanía, la hegemonía, la democracia y la ciudadanía. Mucho
de lo que parecía natural y evidente, o posible y deseable, en el ámbito de la
sociedad nacional, puede tornarse difícil, imposible o simplemente quimérico en
el ámbito de la sociedad global. Sí, vista como realidad histórica, la
globalización puede ser reconocida como un escenario en el que permanentemente
se atraviesan muchas y diversas fuerzas convergentes y divergentes, que es
posible sintetizar en las expresiones de integración y de contradicción.
Una vez más, frente a los desafíos y
horizontes planteados por las configuraciones y los movimientos de la sociedad
mundial, las ciencias sociales se ven llevadas a recuperar y desarrollar el
sentido de historia, diacronía, ruptura, retroceso, desarrollo, decadencia,
transformación, transfiguración. Junto a lo que parece ser estructurado,
organizado, cibernético o sistémico, se encuentra la tensión, la fragmentación,
la lucha, la conquista, la dominación y la sumisión; así como la raza y el
pueblo, la mujer y el hombre, el esclavo y el amo, la acumulación y la
pauperización, la alienación y la condenación. Vista como un desafío
epistemológico, la metateoría histórica sintetiza y desarrolla la lógica de la
historicidad activa en las relaciones, procesos y estructuras de dominación y
apropiación, o integración y contradicción, que se expresan en el ámbito de la
reproducción ampliada del capital, así como en el ámbito del desarrollo
desigual, contradictorio y combinado, que se configuran en los movimientos de
la globalización del capitalismo. En varios aspectos la metateoría histórica puede
ser vista como un producto sofisticado del pensamiento dialéctico, desarrollado
y sistematizado por Hegel y algunos de sus continuadores, con la primacía de la
razón crítica.
Vivimos en un mundo conquistado,
desarraigado y transformado por el titánico proceso económico y tecnocientífico
del desarrollo del capitalismo, que dominó los dos o tres últimos siglos. Las
fuerzas generadas por la economía tecnocientífica son ahora suficientemente
grandes para destruir el medio, o sea, los fundamentos materiales de la vida
humana. Las propias estructuras de las sociedades humanas, incluidas algunos
fundamentos sociales de la economía capitalista, están en la inminencia de ser
destruidas por la erosión de lo que heredamos del pasado humano. Nuestro mundo
corre el riesgo de explosión y de implosión.
Los científicos sociales no necesitan ya
imaginar la realidad mundial para estudiarla, en su conjunto o en sus
diferentes aspectos. Es ya evidente que la transnacionalización,
mundialización, planetarización o, con más propiedad, globalización del mundo,
es una realidad geohistórica, social, económica, política y cultural. Ésta es
una realidad problemática, simultáneamente inquietante y fascinante, por sus
implicaciones prácticas y teóricas. Es como si repentinamente los individuos y
las colectividades se diesen cuenta de que forman parte no sólo de la historia
universal, sino también de la humanidad. Sin dejar de reconocer que esta
humanidad no se parece ni a la ideología ni a la utopía.
2. Mundialización
La mundialización es un proceso que se ha
venido desarrollando, aunque no de forma regular, durante un largo periodo. La
mundialización posterior a la
Segunda Guerra Mundial tiene numerosas facetas. En el ámbito
económico y financiero, ha estado caracterizada por una fuerte expansión del
comercio de bienes y servicios y, más recientemente, por una fuerte expansión
de los flujos de capital. Diversos factores explican este proceso de
crecimiento, tales como el progreso tecnológico, que ha llevado a importantes
reducciones del coste de transporte y a un incremento sin precedentes de la
capacidad de tratamiento de la información, y medidas económicas, entre las que
cabe citar una reducción de las restricciones cuantitativas y arancelarias al
comercio y la liberalización de los movimientos de capital.
2.1.- Mundialización: retos, desafíos y
alternativas.
Durante los últimos 15 años, el proceso de
mundialización ha estado acompañado por una sextuplicación de la producción
mundial, mientras que la población mundial ha aumentado aproximadamente dos
veces y media. Esto se ha traducido en importantes aumentos de la renta de gran
parte de la población mundial y en unos mayores recursos para poder afrontar
los desafíos que tiene planteados la política económica. Además, en los últimos
50 años en gran número de países se han observado importantes mejoras de otros
indicadores del bienestar y la calidad de vida, tales como la esperanza de
vida.
Es necesario hacer una distinción entre
mundialización y globalización, en el sentido que utilizan estos términos los
ideólogos del neoliberalismo. Mundialización, obviamente, se refiere más bien a
la internacionalización de la economía o, mejor dicho para los marxistas, del
capital monopólico en esta fase imperialista II (1980...). En cambio, con la introducción
del concepto de globalización, el neoliberalismo pretende y en cierta medida lo
ha logrado- instaurar una cultura universal única, un modo de vida cotidiana
único, un tipo de educación único y una ideología y un pensamiento lo menos
diverso posible. Utiliza el monopolio de los medios masivos de comunicación
para desinformar y ocultar las protestas de los movimientos sociales o, en todo
caso, minimizarlos para limar las aristas más filudas de las luchas de los
trabajadores, de los ecologistas subversivos, de las reivindicaciones
antipatriarcales del genuino feminismo, de los Pueblos Originarios (indígenas)
y otras etnias, de los movimientos de contracultura o de alternativa de los
trabajadores de la cultura.
2.1.1 La Mundialización:
alternativa para el desarrollo y herramienta para el acercamiento de los
pueblos.
Cuando 850 millones de personas en el
mundo viven debajo de la línea de pobreza, cuando millares de niños mueren
diariamente de hambre, cuando casi todos los días desaparecen culturas y modos
de vida, cuando diariamente atentan contra el futuro del planeta, nadie puede
pensar que lo que el mundo requiera hoy sea de nuevas regulaciones.
Se requiere de alternativas, es preciso un
mundo nuevo socialmente justo y ecológicamente sostenible, hay que transformar
el curso de este viejo orden económico, político, social, ambiental, generador
de impactos ecológicos, climáticos y sociales que pagan las mayorías populares
y amenazan la supervivencia en nuestro planeta. Las crisis sociales de esta
debacle capitalista ya se siente en todo el mundo: desempleo, exclusión,
vulnerabilidad de las clases medias.
La lógica de acumulación se impuso sobre
las necesidades de los seres humanos. Hay una crisis de la civilización; riesgo
incluso de la extinción del planeta y la desaparición de la especie humana.
Es preciso y urgente aclarar objetivos,
vislumbrar la visión a largo plazo (la necesaria utopía, que luego deberá
transformarse en práctica), y luego precisar propuestas a corto, medio y largo
plazo. Para ello, hará falta afinar estrategias para lograr las correlaciones
de fuerzas políticas, sociales y culturales que permitan avanzar en las
alternativas, derrotando las lógicas y las propuestas de los causantes de la
crisis.
Francois Houtart propone cuatro ejes para
articular la visión de largo plazo: a) un uso renovable y racional de los
recursos naturales, b) privilegiar el valor de uso sobre el valor de cambio, c)
generalizar la democracia, también dentro del sistema económico, d) el
principio de la multiculturalidad, que reúne a todos los saberes en la
construcción de las alternativas necesarias.
Joseph Stiglitz, Nóbel economista
estadounidense, señala que falló la gobernanza de las instituciones financieras
internacionales como el banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, el
Comité de Regulaciones Bancarias de Basilea: son inadecuadas y no
representativas de las economías emergentes y menos aún de los países en
desarrollo: “Hay que considerar una nueva estructura financiera internacional”,
insiste.
La canciller alemana, Angela Merkel, instó
a una nueva arquitectura financiera mundial: “Sin duda, tiene que haber una
coordinación de la política económica global más allá del FMI, que ha
fracasado, y del Banco Mundial. Ya es inconcebible decir que debemos tener fronteras
abiertas sin una regulación global”. Algo similar sostiene el primer ministro
británico, Gordon Brown, para quien el FMI y el BM no sirven para su propósito
y necesitan cambiar drásticamente.
Brown, hablando en un seminario para
establecer la agenda de la cumbre de abril de líderes del G-20 en Londres, dijo
a los académicos reunidos que un “audaz paso hacia adelante” era necesario si
habría que prevenir futuras crisis. “Estas instituciones fueron creadas para un
mundo de flujos de capital local, no flujos de capital global. Las
instituciones que hemos heredado no están equipadas para las funciones que
tenemos que abordar en el futuro”, agregó.
Para Amartya Sen, Premio Nobel de Economía
1998, economista y filósofo, cada vez está más claro que la estabilidad
financiera es un bien común y que, por tanto, es necesario hacer un esfuerzo
coordinado para conseguirla. Sen señaló que se trata de una crisis moral en el
sentido de que la gente ha utilizado la codicia de manera imprudente,
haciéndose daño a sí misma y a los demás. “Muchas instituciones han caído,
mucha gente está en la ruina. Se trata de una crisis de prudencia, además de
una crisis moral. También es una crisis de control social, ya que podía haberse
evitado si hubieran existido controles”, indicó.
La nueva relación con la naturaleza, que
propone Houtart, significa la recuperación por parte de los Estados de la
soberanía sobre sus recursos naturales, el cese de monocultivos y la
revalorización de la agricultura campesina.
La multiculturalidad se expresa en la
abolición de las patentes sobre el conocimiento, la liberación de la ciencia
del dominio del poder económico, la supresión de los monopolios de la
información, el establecimiento de la absoluta libertad religiosa.
Privilegiar el valor de uso significa la
no mercantilización de las semillas, el agua, la salud, la educación, los
servicios públicos, la supresión del secreto bancario, la anulación de las
odiosas e ilegítimas deudas externas, el establecimiento de acuerdos regionales
basados en la complementariedad y la solidaridad, así como la creación de
monedas regionales. Sin duda, la crisis capitalista es una oportunidad
privilegiada para poner en práctica estas medidas.
Democratizar las sociedades va más allá de
la aplicación de la democracia participativa y la cogestión local en los temas
económicos; va hasta la reforma misma de las Naciones Unidas, significa la
reivindicación de los derechos humanos en todas sus dimensiones, individuales y
colectivas.
El Sur necesita diseñar, definir, una agenda
común, que enfrente las lógicas dominantes en las respuestas y medidas de los
gobiernos del Norte frente a la crisis, atacando los problemas más urgentes de
las mayorías, fijando metas cuantificadas y diseñando los instrumentos para
alcanzarlas. Sí, es movilizarse contra los “rescates financieros para
incompetentes”, como los denomina Paul Krugman, y proponer en su lugar que las
Naciones Unidas acuerden habilitar Fondos Urgentes para hacer frente a la
crisis alimentaria en este 2009, tal y como lo reclama la FAO.
Es necesario definir acciones urgentes
frente a los paraísos fiscales, por donde pasa hoy casi la mitad del comercio
mundial, y a donde las grandes empresas trasnacionales desvían sus beneficios
para evadir el pago de impuestos. No cabe duda que todas las transacciones
económicas deben someterse a la regulación y tasación de los Estados. Estos
centros offshore facilitan la corrupción, el lavado de dinero y la evasión
fiscal, socavando, a su vez, la gobernanza democrática.
Significa, en definitiva, definir los
principios sobre los que debe basarse un Nuevo Orden Económico y Social, con la
paralela articulación de propuestas urgentes llenas de sentido común y con
amplio respaldo social para que sean adoptadas por la gran mayoría de los
Estados presentes en la
Asamblea General de la ONU. Es hora que el llamado bloque BRIC –Brasil,
Rusia, India, China- se coloque decididamente del lado de la construcción de
este Nuevo Orden y no se alíe a las propuestas de los poderosos del G-20.
Es necesario abordar, también, el sistema
mundial de reservas, ya que el actual, en base al dólar, se está desmoronando,
y el sistema euro-dólar-yen que podría reemplazarlo, podría ser aún más
inestable. Sin duda se debe crear un nuevo sistema mundial de reservas, o,
mejor aún, sistemas regionales que coadyuven al desarrollo de sus países y
sirvan para proyectos de integración y conservación ambiental y de sus recursos
naturales.
Es hora de superar los diagnósticos y sin
olvidar la utopía, unirse para ir avanzando hacia ese mundo nuevo, necesario,
imprescindible que reclaman las grandes mayorías.
La Alternativa Bolivariana para la América (ALBA) es una
iniciativa de integración para los países de América Latina y el Caribe,
promovida por la
República Bolivariana de Venezuela, inspirada en el más
grande sueño de nuestro Libertador, Simón Bolívar: “ver formar en América la
más grande nación del mundo, menos por su extensión y riqueza que por su
libertad y gloria”.
La propuesta del ALBA la formuló por
primera vez el Presidente de la República Bolivariana
de Venezuela, Hugo Chávez Frías, en el marco de la III Cumbre de Jefes de
Estado y de Gobierno de la
Asociación de Estados del Caribe, celebrada en la isla de
Margarita, al noreste de Venezuela, en diciembre de 2001.
Esta propuesta de unir a los países de
América Latina y el Caribe en un solo bloque económico, político y social
resume los principios rectores de una verdadera integración latinoamericana y
caribeña basada en la justicia, la solidaridad, la equidad, la cooperación, la
complementariedad, la voluntad común de avanzar, el desarrollo equitativo y el
respeto a la soberanía y autodeterminación de los pueblos, con énfasis en el
desarrollo humano y social, además del político y económico.
Ideológicamente el Alba está sustentada en
el pensamiento de los próceres latinoamericanos Simón Bolívar, José Martí,
Antonio José de Sucre, Bernardo O’Higgins, José de San Martín, Augusto César
Sandino, entre otros, sin nacionalismos egoístas ni políticas nacionales
restrictivas que nieguen el objetivo de construir la Patria Grande
Latinoamericana que soñaron los héroes de nuestras luchas emancipadoras.
La propuesta integracionista del Alba se
contrapone a la neoliberal Área de Libre Comercio para las Américas (Alca),
formulada por Estados Unidos en la primera Cumbre de las Américas, realizada en
1994. De entrar en vigor, el Alca constituiría desde el punto de vista político
la desunión de los países latinoamericanos y niveles de dependencia y
subordinación sin precedentes; desde el punto de vista económico contribuiría a
la desnacionalización de las economías y significaría la profundización del
neoliberalismo; y desde el punto de vista social traería mayor pobreza y
desesperación para los sectores mayoritarios de nuestros países.
Frente al modelo capitalista,
mercantilista, centrado en el desarrollo económico, depredador y profundizador
de las desigualdades propuesto por el ALCA, el ALBA propone la búsqueda de un
desarrollo en armonía con el entorno, sustentable en el tiempo, acorde con las
potencialidades, sin discriminación y orientado fundamentalmente hacia la
igualdad social.
Multipolaridad y diálogo Sur-Sur
La Alternativa Bolivariana para la América responde a la
concepción integracionista de la política exterior venezolana, que promueve un
nuevo orden internacional basado en la multipolaridad, impulsa el diálogo
Sur-Sur y se expresa en una dimensión política, económica, cultural y militar
en concordancia con las siguientes estrategias:
-Promover la integración latinoamericana y
caribeña para abordar con mayor eficacia las desigualdades sociales y los altos
niveles de pobreza que afectan a los países de la región
-Consolidar y diversificar las relaciones
internacionales, robusteciendo la cooperación Sur-Sur y ampliando las
relaciones con otras regiones y países
-Fortalecer el posicionamiento de
Venezuela en la economía internacional, contribuyendo así a la ampliación de
nuestras exportaciones no tradicionales y añadiendo valor a las tradicionales.
2.1.2.- Los movimientos sociales y los
gobiernos frente a la globalización.
A lo largo de su historia, los movimientos
sociales han jugado un papel fundamental en la determinación de la dinámica
política latinoamericana, a través de una especie de dialéctica del disentir
(Sartori, 2001), estos movimientos han terminado por convertirse en verdaderos
aglutinantes de identidad y fuente de organización política al desarrollarse
como grupos en sí mismos que buscan convertirse en grupos para sí mismos en los
términos de Poulantzas. Desde el grito de independencia de Tupac Amaru, que
podría considerarse su antecedente más significativo, el movimientismo
latinoamericano ha desarrollado esos “vínculos que se sienten” y que son su
materia prima organizativa a partir de la cual es dable pensar en una nueva
forma de construir sociedad.
El proceso de secularización vivido
durante el siglo XX, que separó lo social de lo sagrado y que es considerado
por algunos como el más importante cambio hemisférico de la pasada centuria
(Hobsbawm, 2003), con la campesinización del movimiento indígena que convirtió
lo que ha debido tratarse como una causa étnica en un problema de reparto
mecánico de parcelas de tierra y subsidios agrícolas (Samper, 2004) impidieron,
para bien y para mal, que los factores religiosos y étnicos jugaran un papel
determinante en la construcción de un modelo de sociedad alternativo después de
las guerras de independencia. Hoy aun sobreviven en la región más de
cuatrocientos grupos étnicos de indígenas, reconocidos formalmente en su
existencia en los tratados internacionales, pero reducidos, en la práctica, a
ser tratados como ghettos sociales, asentados en resguardos territoriales que
actúan como grandes cárceles geográficas; sobreviviendo como naciones sin
Estado, estas comunidades aborígenes todavía reclaman el respeto a sus formas
comunitarias de gobierno, la vigencia de normas de convivencia que forman parte
de ”su” legalidad y la protección de sus cimientos culturales.
El factor religioso, que fue definitivo
como modelo de colonización a través de la evangelización católica, no jugó
luego el mismo papel determinante en la caracterización del movimientismo
latinoamericano como sí sucedió con otros movimientos mundiales, por ejemplo
los islámicos: en los pocos momentos estelares en que la Iglesia de la región, a
través de su episcopado, se comprometió con una línea antropocéntrica
doctrinaria - como sucedió con su oposición al modelo de desarrollo neoliberal
a finales de siglo – contribuyó positivamente a legitimar los movimientos que
se oponían a temas relevantes del modelo, como la apertura indiscriminada de
mercados, las privatizaciones de empresas públicas sociales o la
flexibilización de los regímenes laborales.
La lucha por la tierra ha sido una
constante histórica en el movimientismo latinoamericano. Fue la reivindicación
originaria de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) que hoy
sobreviven, solitariamente, como el único movimiento armado en América Latina
después de las desmovilizaciones de los grupos armados centroamericanos a las
cuales contribuyeron otros movimientos como la Coordinadora
Revolucionaria de Masas del Salvador. El mismo elemento
vuelve a aparecer en los propósitos reivindicativos del movimiento brasileño de
los “Sin Tierra” que recuerda la epopeya mítica de Antonio Conselheiro al
terminar el siglo XIX. La tierra reaparece también en el acta de nacimiento del
movimiento zapatista mexicano y en la agenda de movimientos más actuales como
los indígenas ecuatorianos y los cocaleros bolivianos. Años atrás, al comenzar
el siglo XX, el programa de la izquierda boliviana conocido como “La justicia
del Inca” planteaba la necesidad de “entregar las tierras al pueblo y las minas
al Estado.”
Alrededor del tema específico de las
tierras después se consolidaría el movimiento “katarista” boliviano del cual
surgieron los partidos cocaleros y campesinos que eligieron, recientemente, a
Evo Morales como Presidente de Bolivia. En el Ecuador el primer estallido
social, detonante en buena parte de la situación de ingobernabilidad por la que
atraviesa el país, se produjo por la aprobación de la Ley de Desarrollo Agrario que
acabó con la propiedad comunal de la tierra que se convirtió, precisamente, en
la principal consigna de movilización del movimiento Pachakuti cuyo nombre
deriva de “pacha”(tierra) y “kuti”(retorno), el retorno a la tierra, un
“retorno” que ha sido tan esquivo en América Latina que ha causado
revoluciones, estallidos, revueltas, revoluciones y movimientos.
A finales del siglo pasado, la región
conoció otro tipo de protestas asociadas a la vieja reclamación territorial:
las denominadas “guerras del agua” iniciadas en Cochabamba (Bolivia) y Tucuman
(Argentina) para protestar por la baja cobertura y sus altas tarifas. Estas
mismas banderas resultaron coincidentes con los propósitos reivindicativos de
la “coalición nacional de lucha por el agua integrada” de Nicaragua que logró
convertirse en una gran contestación social regional, reconocida más tarde por la Conferencia Mundial
de la Haya al
declarar el agua como un bien público global.
Los movimientos sociales en Venezuela no
es muy diferente a la de otros países de América Latina donde los partidos
políticos fueron, poco a poco, fundando las organizaciones sociales, como el
medio para organizar a la población, según diversos intereses y necesidades.
En las primeras décadas del siglo pasado,
los fundadores de los primeros partidos políticos, antecesores de los actuales,
generalmente provenientes del movimiento estudiantil, se dieron a la tarea de
crear los primeros sindicatos y organizar a los campesinos, entre otros
sectores de la sociedad.
Este modelo sustentado en el esquema
leninista de los partidos, se afianzó, incluso en el caso de las organizaciones
de izquierda que constituyeron diversos "frentes" para organizar a
las masas. Y que en el caso venezolano también tuvo su fuente en las aulas
universitarias que desembocaron en la lucha armada de los años 60.
A principios de la década de los años 90,
la implementación del modelo neoliberal encuentra a los partidos políticos en
su más bajo nivel de deterioro, en vista de su incapacidad para interpretar los
nuevos tiempos y las necesidades de más del 80% de la población excluida de los
beneficios de la renta petrolera. Era tal el deterioro, que no se podía
entender que un estallido social como El Caracazo no tuviera un liderazgo
político. Y mientras la abstención electoral aumentaba y la credibilidad de la
democracia como sistema se resentía, el clímax de la crisis política lo
constituyó el intento de golpe de estado de 1992 encabezado por el actual
presidente Hugo Chávez.
Como en otras épocas de la historia, la
sociedad venezolana voltearía la mirada hacia el sector militar como proveedor
de salidas a las crisis, al mismo tiempo que éste mismo sector reclamaría para
sí el liderazgo de los cambios por venir.
Hablar de los movimientos sociales es
realizar una narración en paralelo con la historia de los partidos políticos.
Es así como con cierto rezago con respecto al resto del continente, y
coincidiendo con el deterioro de las organizaciones políticas se desarrollan en
Venezuela algunos movimientos de trabajadores con enfoque clasista, surge el
movimiento vecinal, el movimiento de mujeres, un movimiento por la defensa de
los derechos humanos, especialmente de los DESC, pero también se producen algunas
alternativas en el movimiento estudiantil, la mayoría reivindicando algunos
niveles de independencia y autonomía.
Sin embargo, tanto en el Caracazo de 1989,
como en el intento de golpe de 1992, estos movimientos quedan descolocados
frente a las nuevas realidades. De hecho, las diversas agrupaciones políticas
de izquierda que promovieron algunos de los movimientos mencionados quedan
fuera de juego y posteriormente se van integrando, poco a poco, a la iniciativa
bolivariana que propone el entonces candidato Chávez.
De hecho, el presidente Chávez, consciente
de la situación del tejido social en Venezuela hizo una campaña total que
abarcó a todos los sectores del país, inclusive más allá de la izquierda. Hasta
tal punto que pudo captar a las bases de los partidos mayoritarios: Acción
Democrática y el Partido Demócrata Cristiano (COPEI). En este caso la meta no
era organizar a las masas, sino ganar las elecciones.
Sin embargo, una vez que llega el poder,
el presidente ha seguido empeñado en re-construir el tejido social y
organizativo de la población, especialmente en lo que respecta al liderazgo del
proceso revolucionario. En el entendido que su Movimiento Quinta República y el
resto de los partidos que lo apoyan sirvieron fundamentalmente para ganar las elecciones,
pero no representaban cabalmente el partido de la revolución ni interpretaban
la organización de los sectores sociales en Venezuela.
Movimientos y Partidos
Si los partidos compiten y los grupos de
interés presionan, los movimientos sociales luchan. El conflicto, la
movilización convertida en acción y la organización desjerarquizada como
elementos propios de la dinámica movimientista sobresalen hoy en medio de la
crisis de representación que caracteriza las democracias latinoamericanas y el
desencanto de una opinión pública decepcionada con los actores políticos y que
lleva a muchos ciudadanos a simpatizar con estas expresiones
desinstitucionalizadas de hacer política, muchas de las cuales terminan
convertidas en verdaderas propuestas antipolíticas, es decir, contra los
políticos mismos.
La crisis de gobernabilidad por la que
atraviesa América Latina es así la crisis de sus partidos bien sea por su
proliferación (Brasil), su desaparición (Venezuela) o su decaimiento (Colombia,
Costa Rica, México). El grito “Que se vayan todos” que acompaña muchas de las
movilizaciones sociales latinoamericanas recientes expresa la inconformidad de
los actores sociales con los actores políticos tradicionales. ¿Qué hacer
entonces con los partidos? El problema de estos es que cada día se parecen más
a la idea que la gente tiene de ellos, que los acusa de haberse convertido en
auténticas empresas electorales concentradas en la representación de los
intereses particulares de sus agentes políticos. Pero la debilidad de los partidos,
su inexistencia o incompetencia no debe concluir en la necesidad de acabar con
ellos, al contrario, de lo que se trata es de fortalecerlos, abrirlos y
hacerlos más transparentes.
La definición de unos nuevos términos de
su relación con los movimientos sociales podría ser un excelente punto de
partida para acometer de manera definitiva la tarea de asegurar la
gobernabilidad futura de la región y construir, a partir del binomio
sociedad-partidos, los términos de un nuevo concepto de ciudadanía, basado en
“el derecho a tener derechos,” como lo ha propuesto el Programa de Naciones
Unidas para el Desarrollo (PNUD). Con esta nueva carta de ciudadanía los
individuos, además, podrían actuar como sujetos-actores de una idea alternativa
de lo que debe ser una verdadera comunidad política y el asociacionismo
solidario propio del movimientismo podría servir de punto de partida para la
ampliación de la base autogestionaria de la democracia. En la medida en que
dicho esfuerzo de ampliación democrática se consiga siguiendo narrativas
movilizadoras no violentas, como lo ha decidido el Foro de Portoalegre al
excluir de su lista de participantes los movimientos armados, la alianza
política de los partidos con el movimientismo y las organizaciones no
gubernamentales que también representan la sociedad civil puede marcar pautas
positivas para la construcción de un modelo alternativo global dentro del cual
se sienta representada América latina.
Frente a la Globalización
Aunque la mayoría de los movimientos
latinoamericanos nacieron del conflicto dialéctico entre identidad y sistema,
en los últimos años han surgido en América Latina movimientos nacidos de la
globalización para protestar contra las privatizaciones temerarias, los
tratados de libre comercio, el modelo neoliberal de desarrollo y la imposición
de patrones de consumo alienantes. Se trata de la llegada de una nueva “ola
global” de movimientos como las que vivió la región después de la Revoluciones
soviética (1917), China (1949) y Cubana (1968). Por estas mismas razones el
movimiento zapatista de México ha sido considerado como el precursor de la
globalización latinoamericana y la Declaración de Lacandona que le dio origen como
un grito de protesta al estilo de los gritos mexicanos de emancipación del
siglo XIX pero con motivaciones del siglo XX como su denuncia del Tratado de
Libre Comercio entre Canadá, México y los Estados Unidos (NAFTA) o su exigencia
de restablecer la
Organización Internacional del Café para defender los precios
internacionales del grano para los pequeños productores campesinos. Banderas
zapatistas como la defensa de la soberanía alimentaria contra la competencia
desleal de importaciones agrícolas subsidiadas, fueron retomados por otros
movimientos regionales contra los tratados de libre comercio de la misma manera
como, en su época, se extendieron como pólvora todas las banderas agraristas de
Pancho Villa.
La presencia sistémica de estos nuevos
movimientos sintonizados globalmente como su interrelación a través de las
redes internacionales puede interpretarse como el principio de construcción de
una nueva ciudadanía global nacida de una identidad multidiversa que busca
superar la paradoja de un mundo cada día más integrado simbólicamente y más
desintegrado socialmente. De alguna manera, estos movimientos sociales globales
han representado la posibilidad de oxigenar, lejos del “reduccionismo
socioeconomómico de la política” planteado por el debate neoliberal, la agenda
política contemporánea. Esta última se ha visto en efecto renovada con la
introducción de temas “frescos” como la defensa ecológica, la equidad de género
o la propia preservación de la democracia a partir del respeto a los derechos
humanos. Se trata, en suma, de defender unos derechos culturales - dentro del
referente amplio de la defensa misma de los derechos humanos - como el derecho
a la apropiación colectiva de ciertos bienes globales como la salud, la
educación, el medio ambiente y el trabajo.
El aporte de los movimientos globales no
termina allí, se extiende a la modernización de la gestión contestataria a
través del empleo de medios de comunicación masiva como el INTERNET que ha
servido, por ejemplo, a los indígenas latinoamericanos para crear un sitio web
de encuentro. Las redes internáuticas de estos movimientos se parecen al tejido
“jaroto”, propio de la región andina latinoamericana: un tejido totalmente
asimétrico que sin tener una lógica en su conformación tiene una admirable
coherencia en su conjunto.
La lucha del movimientismo latinoamericano
por reivindicaciones específicas como tierra, paz y agua, ha nacido de una
auténtica conciencia local que coincide con la idea de lo local para lo global
que anima el nuevo pensamiento alternativo del mundo. Demuestra también que las
luchas por la igualdad social no son incompatibles con las que defienden la
diversidad cultural y que, de alguna manera, son inseparables. Hay quienes
piensan inclusive que de una adecuada combinación de subjetividades
determinadas como las que benefician a los sujetos económicos y subjetividades
indeterminadas de impacto más colectivo podría salir una nueva propuesta
alternativa global. En el diccionario de lo global, la sumatoria de los
esfuerzos de todos estos movimientos constituyen un “capital social” para la
región.
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